Un nuevo comienzo
Hablamos con Juan Canepa y Martín Laurenzana, dos miembros de la fundación Casaclub que hace poco más de tres meses se incorporaron a Tecpetrol, en las oficinas de Buenos Aires, Argentina.
El talento no tiene etiquetas, y el potencial de cada persona es un fuego interior que, a veces, necesita un viento que sople a favor para hacerlo crecer, o una chispa que lo reviva cuando está apagado. En un mundo que muchas veces avanza sin mirar atrás, es necesario construir puentes, tender una mano a quienes, por su condición, su contexto o simplemente por falta de suerte, han sido relegados. Así, desde nuestro lugar, aportamos a una sociedad más equitativa e inclusiva.
Con ese espíritu, presentamos las historias de Juan Canepa y Martín Laurenzana, dos nuevos Office Assistants que en junio de este año se sumaron a Tecpetrol como un empleo de transición. Juan y Martín son miembros de Casaclub, una fundación que brinda oportunidades de socialización, educación, recreación, desarrollo de habilidades y bienestar a personas con padecimientos psíquicos.
Se conocieron en Casaclub hace aproximadamente un año, y a través del trabajo comunitario, formaron una amistad que se alimenta tanto en los partidos de fútbol semanales como en sus tareas en la compañía.
“Desde que empecé, todos los días son un desafío. Levantarme cada mañana, venir a trabajar, ver que estoy a la altura de lo que me piden. Eso me hace sentir muy bien”, cuenta Juan. “A mí me cuesta socializar, por lo tanto, aprender a dirigirse a un superior y entablar un diálogo regular con quienes me rodean significa un gran aprendizaje”, agrega Martín.
Ambos tienen como tarea principal la reposición de insumos. “Nos encargamos de buscar yerba, leche, cápsulas de café, y todo lo que se necesita para el servicio de quienes están en las oficinas”, detalla Martín. Y como todo lo nuevo, requiere un tiempo de adaptación. “Al principio se nos complicaba porque eran muchos pisos y productos. Quizá me dispersaba un poco. Pero Verónica Rodríguez, Waitress, nos ayudó mucho al simplificar los requerimientos del día a día, y ahora cumplimos con la reposición de forma más ordenada y en un tiempo acorde”, comenta Juan.
“Acá aprendí a tener paciencia, algo que uno precisa en el trabajo y que a mí siempre me costó. Hay que tener en cuenta que no todo depende de uno mismo. Además, me siento una persona más madura”, destaca con orgullo Juan. Y Martín completa: “En estos tres meses logré asentarme, conocer a mucha gente y poco a poco empecé a entrar en confianza, a soltarme más. Hoy puedo decir que estoy muy cómodo”.
Gratitud y esperanza. Eso transmiten Martín y Juan cuando hablan de su recorrido en la compañía. “Nuestra vida era muy distinta. El día que entré a Casaclub vi una luz al final del túnel, porque vieron potencial en nosotros”, confiesa Juan. Y Martín concluye: “A mí me ayudó mucho la fundación. ‘¿Te das cuenta todo lo que tenés para dar?’, me dijeron una vez. Muchas veces, uno no se dice ese tipo de cosas, necesitás a alguien más que te dé un empujón”.