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La solidaridad como valor ante la crisis

Pablo Muñoz tiene 36 años y una familia conformada por su esposa Claudia y sus tres hijos. Desde siempre fue un aficionado a la tecnología y la informática. Fanático de Robotech, fabricó todos los personajes del popular anime con su impresora 3D, que tiene desde hace ya dos años.

Actualmente se desempeña como supervisor de la Central de Operaciones en Neuquén y, junto a Claudia, desarrollan máscaras faciales con sus impresoras para donar a agentes de servicios públicos.

En un principio Pablo comenzó a crear y vender mates, macetas y otros elementos en 3D como un pasatiempo, pero en medio de la cuarentena, decidió poner su hobby a disposición de la salud pública y la protección de cientos de personas.

“Son donaciones que hacemos a agentes de salud, policía, bomberos y otros organismos públicos, lo hacemos para usar como complemento de los barbijos”, comentó Pablo. Junto con Claudia ya han donado más de 200 máscaras en cinco localidades.

Las mascarillas requieren de tres elementos: plástico, planchas de acetato y elástico. Si bien al comienzo las fabricaba con sus propios insumos, estos se agotaron y entonces debió recurrir a solidaridad de terceros que, según Pablo “se coparon y nos acercaron los materiales necesarios”.

Estas redes solidarias también alcanzan a otras personas que realizan impresiones mediante la metodología 3D, Pablo contó que cuando él empezó se sumó al grupo Neuquén Respira en el que “todos donaron algunas y vendieron otras, porque aumentaron el precio de los materiales”. A su vez, comparten solicitudes de pedidos en otras localidades y datos sobre insumos. Las ventas las realizan a partir de pedidos de personas vinculadas al sector privado, para solventar gastos de producción.

En estos momentos, se encuentran perfeccionando su técnica amateur, optimizando tiempos de producción y fabricando diseños de menor tamaño para que su producto pueda llegar también a más familias y niños que lo necesiten.

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